Una vez que poco a poco comenzamos el trabajo de percibir, identificar y expresar las emociones, activamos otras capacidades que nos ayudan a potenciar nuestra inteligencia emocional.
Conoce tus fortalezas y debilidades
Ademas de entender las emociones, debemos saber qué es lo que las activa (situaciones y/o personas), así podremos trabajar sobre nuestras debilidades y potenciar nuestras fortalezas.
No lo tomes como algo personal
Una práctica importante para no perder tiempo y energía con conflictos innecesarios, es no tomar de manera personal algunas actitudes de las personas que nos rodean, que puedan resultarnos ofensivas. Conocer nuestras emociones nos da la posibilidad de no absorber la idea ajena como propia, incluso podemos leer entre líneas y comprender que la otra persona, puede estar actuando irracionalmente por sus propios problemas.
Deja atrás los errores
Es importante mantener los errores a una distancia segura, pero suficientemente cercanos para usarlos de referencia. Obsesionarse demasiado con los errores cometidos genera ansiedad y temores, mientras que olvidarse de ellos completamente, obliga a repetirlos. El equilibrio está en la capacidad de transformar los errores en sabiduría.
No guardes rencores
Las emociones negativas generadas por rencores son una respuesta del estrés. El cuerpo se pone en estado de alerta, un mecanismo de supervivencia que nos hace sentir como si tuviéramos que luchar o correr ante una amenaza. Mantener ese estrés tiene consecuencias devastadoras para la salud.
Neutraliza a las personas difíciles
Tratar con personas difíciles es frustrante y agotador, incluso muchas veces aquella persona somos nosotrxs mismxs. Conociendo nuestras emociones podemos reaccionar de manera racional ante un enfrentamiento, considerando el punto de vista de ambas partes y encontrando soluciones.
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